Descripción
Antonio ha hecho volver a evocar los relatos de mis abuelos, a pequeñas travesuras de la infancia en aquellos tiempos bien provistas de agua, en las que me bañaba con los amigos, poniéndonos a remojo y cuando no, intentando atrapar o pescar sus diminutos peces.
Sus hábitos, sus costumbres, recuerdos y sensaciones, haciendo restallar en mí el látigo de las emociones con la puesta al día de una vida campesina perdida por el tiempo, no sé si para bien o para mal, pero que tuvo sabor a miel casi siempre.
La Alargada Sombra del Rey de Bastos ha ido discurriendo haciendo historias de la historia sentida en la propia entraña, vivida en lo más profundo del ser, poco a poco, parsimoniosamente, que lo bueno se degusta saboreándolo sin prisas como temiendo que se nos acabe.
Como los antiguos presentadores de espectáculos feriales, se abren las cortinas y con un ademán dicen:
Pasen, señores, pasen a deleitarse con el ofrecimiento que les hacemos, a revivir aquella vida que pasó y que ya no volverá.
Gracias, Antonio, porque en tu libro me has hecho pasar junto a tragos amargos dulcemente saboreados, aunque parezca un contrasentido, unos ratos en los que he vuelto a vivir el pasado y que vivirán los lectores emocionadamente, a buen seguro.
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